Resumen del libro
Comprar, vender, otorgar un poder, constituir una sociedad, contratar una hipoteca, acordar capitulaciones matrimoniales, hacer testamento... Toda nuestra vida se desenvuelve ente una serie de actos que cuentan con la presencia de un testigo privilegiado: el notariado. Acostumbrados a verlo como un paciente observador de las transacciones ente los particulares, nos detenemos pocas veces a meditar acerca de la importancia de una tarea que está muy estrechamente vinculada a uno de los principios fundamentales del Estado liberal: la seguridad jurídica.
Tras la prolongación de la Constitución de Cádiz en 1812, y a pesar de los avances y retrocesos, España se puso en marcha hacia la modernidad política y social. Todo el sistema de leyes del Antiguo Régimen, caracterizado por la desigualdad y el privilegio, debió dar paso a un orden nuevo en el que las libertades estuviesen garantizadas por el derecho, y en donde los intercambios de una creciente clase media pudiesen desarrollarse en un contexto confiable. Aprobado en 1862, la Ley del Notariado organizaba la función de la fe pública como un apostolado para llevar aquellos propósitos a todos los asuntos de la vida ciudadana.
Introducción.
La figura del notariado en la Historia.
El notario en la Europa liberal. El perfil moderno de una profesión secular.
Administración pública y notariado en la configuración del Estado nacional.
La Ley Orgánica del Notariado de 28 de mayo de 1862.
Las consecuencias inmediatas de la aprobación.
La Restauración canovista, de la plenitud al declive. 1874-1898.
La Restauración después del Desastre (1898-1923)
El Notariado durante la Dictadura de Primo de Rivera.
Los difíciles años treinta.
Notariado y Franquismo.
La Constitución de 1978 y el proceso democrático.
El Notariado español en la Unión Europea.
Fuentes y bibliografía.
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Una historia a través del notariado