Fundido en rojo Losey, el Marxista Barroco

Fundido en rojo Losey, el Marxista Barroco. 9788410120600
  • Editorial: Sindéresis
  • ISBN: 9788410120600
  • Páginas: 146
  • Plaza de edición: Madrid , España
  • Encuadernación: Rústica
  • Idiomas: Español
  • Fecha de la edición: 2024
  • Edición: 1ª ed.
  • Materias:

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Fundido en rojo Losey, el Marxista Barroco

  • Muñoz de Baena Simón, José Luis.
  • Papel

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    Resumen del libro

    El cine de Losey ha caído, con dos o tres señeras excepciones, en un extraño e injustificable olvido. Ocasionalmente, algún ciclo viene a rescatar su filmografía, compuesta por treinta y un largometrajes entre los cuales es posible encontrar de todo, desde obras maestras hasta incuestionables bodrios. Este no es un texto sobre el cine de Losey, sobre su técnica y su puesta en escena, sino sobre la imbricación de ideología y estilo en sus filmes y sobre las claves filosóficas en que se basa, explícita o implícitamente. Ambos aspectos suelen ser abordados por separado, como si no se condicionasen mutuamente, y, lo que es peor, bajo tópicos omnipresentes, como el del manierismo o el amo y el esclavo. Términos arrancados de los contextos que les otorgan significado y repetidos, una y otra vez, sin la menor mención a su contenido, como meros adornos. Tenía claro desde el comienzo que la ideología izquierdista de Losey es inseparable de su concepción del arte fílmico, de su estética y su papel social, y ello me ha llevado a incluir textos que explican los fundamentos de dicha ideología, tan denostada, a veces con justicia y muchas otras sin ella. No he dejado de tener en cuenta que el cineasta estadounidense nunca fue un teórico, sino alguien que aprendió de los teóricos, como Meyerhold, Brecht y Pinter, y utilizó sus filmes para reflexionar sobre el derecho, el poder y la sociedad, pero sin someterse nunca a un esquema. El Losey artista no se somete al marxista: el izquierdismo del autor no se manifiesta en imágenes discursivas sobre la alienación y la dictadura de la burguesía, en la metrópoli y en las colonias, sino en la mostración de vericuetos de la psicología humana que son imposibles de concebir sin la diferencia de clases. Había otra importante línea para abordar el trabajo: la estética, relativa a la forma barroca en el arte en general y en el arte fílmico en particular. La abundancia de citas se debe a que sostener, como he hecho en el libro, la condición barroca de buena parte del cine de Losey requiere una discusión filosófica de cierta entidad. Y el lector ha de asomarse a ella, al menos mínimamente, si desea entender cómo se puede ser barroco –no manierista, no neobarroco- en el siglo XX. Este es un texto de enfoque académico y eso es incompatible con el suspense, de modo que adelantaré mis conclusiones: el barroquismo de Losey no es, como se ha sostenido frecuentemente, una gratuita sobreabundancia de imágenes forzadas, de escenarios recargados filmados con truculencia, sino que implica una perfecta conjunción de fondo y forma.