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Josefa Ros Velasco: «El aburrimiento se convierte en un fenómeno enfermizo cuando no somos capaces de escapar de aquello que nos lo causa»

7 de June de 2022

Josefa Ros Velasco: «El aburrimiento se convierte en un fenómeno enfermizo cuando no somos capaces de escapar de aquello que nos lo causa»

por Inés Martínez García

Aprovechando su paso por nuestra caseta en la Feria del Libro de Madrid hablamos con Josefa Ros Velasco, Doctora en estudios del Aburrimiento e investigadora de esta disciplina especializándose en psicogerontología y geriatría, autora de «La enfermedad del aburrimiento».

¿Cómo es posible que algo tan banal como el aburrimiento sea capaz de causar dolor y sufrimiento? Esa es la pregunta que se hizo Josefa Ros Velasco mientras hacía su tesis doctoral. Sus conocimientos los ha plasmado en La enfermedad del aburrimiento, obra que hemos leído a fondo y para la que le preparamos a la autora una serie de preguntas.

 

Cuéntanos qué es la enfermedad del aburrimiento.

 

En referencia a mi libro, La enfermedad del aburrimiento es un viaje hacia el descubrimiento de la naturaleza, las causas, las formas y las consecuencias de esta experiencia, con el que pretendo ayudar a las personas a comprender mejor por qué se aburren, a escuchar a su propio aburrimiento y a descubrir cómo huir del malestar que provoca, haciendo uso de las posibilidades que están al alcance, evitando siempre las respuestas desadaptativas. Ahora bien, si la pregunta se refiere a qué es aquello que llamo enfermedad del aburrimiento, te diré que se trata de las instancias patológicas en las que el aburrimiento es crónico o se cronifica, por razón del individuo o del contexto, respectivamente, resultando imposible responder a su padecimiento a través de la huida de la fuente de la que emana este dolor.

 

¿Qué hay de aburrimiento en la enfermedad y de la enfermedad en el aburrimiento?

 

El aburrimiento se convierte en un fenómeno enfermizo cuando no somos capaces de escapar de aquello que nos lo causa, esto es, cuando resulta complicado diseñar una estrategia de huida de la situación que lo provoca y ponerla en práctica. Su permanencia en el tiempo, su cronicidad o su cronificación, nos causa un dolor tan profundo que es comparable con otras dolencias físicas, como un dolor de estómago o de cabeza, o del alma, como la soledad no deseada o la tristeza. En algún sentido, aburrirse siempre es patológico porque en su experiencia se manifiesta una ruptura del equilibrio que tratamos de mantener con la realidad en la que nos encontramos inmersos. Por su parte, el aburrimiento da la cara en situaciones de enfermedad que nos impiden llenar nuestro tiempo con experiencias o actividades significativas y gratificantes. Referentes históricos del cristianismo como San Ignacio de Loyola, o del mundo del arte como Frida Kahlo, fueron víctimas del aburrimiento más desgarrador al verse encamados por largos periodos de tiempo. Pero el aburrimiento también es el consecuente directo de algunos trastornos mentales, como sucede en el caso de la depresión. Cuando estamos deprimidos, tendemos a aburrirnos más porque nos retrotraemos del mundo, perdemos el interés por lo que nos rodea y disminuimos nuestras relaciones sociales.

 

Háblanos de la funcionalidad que aplicas y de la que te gusta hablar en tu obra.

 

Decimos que el aburrimiento es funcional porque evita que nos quedemos estancados. Al obligarnos a buscar formas de aliviarlo, introduciendo cambios en nuestra situación, nos ayuda a descubrir quiénes somos, quiénes queremos ser y cómo queremos serlo. El hecho de que nos aburramos de lo presente hace que busquemos la forma de dar paso a lo siguiente. Nos mantiene siempre en movimiento. Esto propicia nuestro crecimiento individual. Imagina que nunca nos hubiésemos aburrido de hacer las cosas que hacíamos de pequeños. Seguiríamos pintando con ceras, peinando muñecas o chocando coches con cincuenta años. No pasa nada por hacerlo, si a quien lo hace le gusta y le completa invertir su tiempo de esta manera, pero ¡cuántas cosas maravillosas nos habríamos perdido! Cosas que nos lanzamos a descubrir porque otras ya se nos habían quedado cortas. Además de todo esto, el aburrimiento impide que derrochemos energía en actividades que no nos convencen. Nos hace preguntarnos si realmente queremos seguir haciendo lo que estamos haciendo gracias a que se manifiesta de forma dolorosa. En última instancia, pienso que aburrirnos permite que nuestros mecanismos adaptativos estén siempre bien engrasados, porque representa una forma de estar alerta ante lo que tenemos delante, con actitud crítica, y facilita la incorporación de los cambios sobrevenidos.

 

¿Qué viene a decirnos el aburrimiento situacional cronificado del que hablas en el libro?

 

El aburrimiento situacional cronificado es un nuevo concepto filosófico que he introducido y desarrollado en La enfermedad del aburrimiento para hacer referencia a aquellas situaciones que generan aburrimiento frente a las que no podemos responder por razón de que el contexto es tan limitante o constrictivo que, incluso si somos capaces de crear en nuestra mente una estrategia de huida, no nos está permitido llevarla a la práctica. La consecuencia final es que nos quedamos atrapados en un aburrimiento que se prolonga en el tiempo, que se cronifica. Esto sucede tanto a nivel individual como colectivo, y, por supuesto, en nuestra sociedad existen multitud de espacios en los que el aburrimiento dependiente del contexto se cronifica. Es diferente a lo que se conoce como aburrimiento situacional, ante el que podemos responder sin mayor problema, y como aburrimiento crónico, ante el que resulta difícil responder, pero, en su caso, por razón del propio individuo que se aburre, no del contexto. Con este concepto quise hacer hincapié en que no todo el aburrimiento dependiente del entorno es pasajero, ni todo el aburrimiento que se da en términos de cronicidad depende del individuo.

 

Pueden leer la entrevista completa próximamente en nuestro boletín.


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